Progresivamente, las diferentes disciplinas artísticas van encontrando su propio espacio de expresión plástica. Curiosamente, es gracias a esta diversificación, que los nuevos lenguajes creativos se hallen tan próximos unos de otros. Contemplamos con interés, el escenario de cambios permanentes que se suceden con una frecuencia cuasi algorítmica. Hasta ahora, son numerosos los ejemplos que, continúan con gran esplendor, esta tendencia hacia la abstracción. Aquí cabe destacar, la naturaleza intrinsica de la abstracción metafísica, que consciente o no, responde a la frase de Sócrates: -¡Conócete a ti mismo!- Los artistas vuelven su atención hacia su material propio, estudian y analizan en su balanza espiritual el valor interno de los elementos con los que pueden crear. Esto produce espontáneamente su consecuencia natural: la comparación de los propios elementos con los de otras disciplinas. La enseñanza más valiosa la aporta la música,que ha sido siempre el arte que ha utilizado sus propios medios para expresar la vida interior del artista y crear una vida propia, y no para representar o reproducir fenómenos naturales. El artista, cuyo objetivo no es la imitación de la naturaleza, aunque sea artística, sino que lo que pretende es expresar su mundo interior, ve con envidia cómo hoy este objetivo se alcanza naturalmente y sin dificultad en la música, el arte más abstracto. Es lógico que se vuelva hacia ella e intente encontrar medios expresivos paralelos en su arte. Este es el origen, en la pintura actual, de la búsqueda del ritmo y la construcción matemática y abstracta, del valor dado a la repetición del color y a la dinamización de éste, etc. La comparación entre los medios propios de cada arte y la inspiración de un arte en otro, sólo es válida si no es externa sino de principio. Es decir, un arte puede aprender de otro el modo en que se sirve de sus medios para después, a su vez, utilizar los suyos de la misma forma; esto es, según el principio que le sea propio exclusivamente. En este aprendizaje, el artista no debe olvidar que cada medio tiene una utilización idónea y que de lo que se trata es de encontrarla. Respecto a la expresión formal, la música puede obtener resultados inasequibles para la pintura, pero, por otro lado, no tiene algunas de las cualidades de ésta. Por ejemplo, la música dispone del tiempo, de la dimensión temporal. La pintura, que carece de esta posibilidad, puede sin embargo presentar todo el contenido de la obra en un instante, lo cual es imposible para la música. Esta, externamente emancipada de la naturaleza, no necesita tomar prestadas formas externas para su lenguaje. Por el contrario, la pintura depende hoy casi por completo de las formas que le presta la naturaleza. Su labor consiste en analizar sus fuerzas y sus medios, conocerlos bien, como hace tiempo que los conoce la música, y utilizarlos en el proceso creativo de un modo puramente pictórico. El arte, capaz de evolucionar, se basa también en su época espiritual, pero no sólo es eco y espejo de ella, sino que contiene una energía profética vivificadora que actúa amplia y profundamente. La vida espiritual, en la que también se halla el arte y de la que el arte es uno de sus más fuertes agentes, es un movimiento complejo pero determinado, traducible a términos simples, que conduce hacia adelante y hacia arriba. Este movimiento es el del conocimiento. Puede adoptar muchas formas, pero en el fondo mantiene siempre un sentido interior idéntico, el mismo fin. Son oscuras las razones por las que todo movimiento progresivo y ascendente debe realizarse con sufrimientos, malos momentos y penas. Cuando se ha concluido una etapa y se ha superado otro escollo del camino, una mano perversa e invisible arroja nuevas piedras que parecen cerrar y borrar por completo el camino por el que se andaba. Entonces aparece un creador parecido en todo a nosotros, pero que tiene dentro de sí una fuerza visionaria y misteriosa. Fuente: Wassily Kandinsky, de lo espiritual en el arte.